La monotonía de la cotidianidad anida en cada parpadeo. Automatismo.
Ocre y rosas. Escayola y cerezo.
El crujir de las sábanas y el blandir de la hojalata iluminando la habitación. El techo se le viene encima.
Antes estaba oscura. Ahora acaba de despertarse.
Un paso y otro. También es oscura. Los bostezos de su pelo encienden el día. Es casi sin moverse y muy despacio. Como en un remolino, deja que la laxitud lo envuelva todo.
Un estado catatónico para la merienda.
P.H.B Errorezine nº2/ 2009. para las fotografías de Noele Lusano.
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